
De las pruebas de los fragmentos se puede conseguir una buena idea de la apariencia del objeto original. Consta de una caja con marca en el exterior y un conjunto muy complejo de engranajes montados en el interior, que debía parecerse a un reloj bien hecho 18ih siglo. Las puertas con bisagras a la caja sirve para proteger la marca, y en todas las superficies disponibles de la caja, puertas y marca había largas inscripciones griegas que describe la operación y construcción del instrumento. Por lo menos 20 ruedas dentadas del mecanismo se han conservado, incluyendo un montaje muy sofisticado de engranajes que se han montado excéntricamente en un plato y probablemente funcionaba como una especie de epicicloidal o diferencial, engranajes del sistema.
El dispositivo es por lejos el instrumento científico más avanzado que sobrevive de la Antigüedad: nada cercano a su complejidad apareció en los registros arqueológicos por más de 1200 años, cuando los mecanismos de relojería surgieron en la Europa medieval.
Se piensa que el mecanismo de Anticitera es una computadora mecánica que por medio de sofisticados algoritmos calcula el movimiento de los cuerpos celestes. Un dial en el frente muestra la posición del Sol, la Luna y probablemente los planetas en el zodíaco, mientras que la parte trasera muestra un calendario lunisolar de 19 años (*), además de predir eclipses (Nature, DOI: 10.1038/nature05357; Interdisciplinary Science Reviews, vol 32, p 27).
El mecanismo pudo haber sido usado por los filósofos para mostrar el funcionamiento del cielo —esto es, enseñar astronomía—, tal como lo señaló Cicerón, que escribió, en el primer siglo antes de nuestra era, acerca de dispositivos de bronce que modelaban erróneamente los movimientos del Sol, la Luna y los planetas alrededor de la Tierra.
El origen del mecanismo de Anticitera seguía siendo un misterio hasta que recientemente se logró descifrar algunas inscripciones que muestran que su calendario usaba nombres regionales para los meses. Los nombres de los meses concuerdan con los usados en las colonias griegas fundadas por la ciudad de Corinto y el primer candidato es Siracusa, en Sicilia (Nature, DOI: 10.1038/nature07130).
Alexander Jones, miembro del Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo, de Nueva York, y descifrador de las inscripciones, señaló que la presencia de un calendario regional confirma la idea de que el mecanismo, en vez de haber sido usado por los astrónomos, era utilizado para demostraciones a una pequeña aunque educada élite.
Jones y sus colegas afirmaron que la identificación de Siracusa es fascinante porque uno de los modelos que Cicerón menciona en sus escritos había sido hecho por Arquímedes en el siglo III antes de nuestra era. Arquímedes trabajó en Siracusa y, en consecuencia, el mecanismo de Anticitera, construido por lo menos un siglo después, pudo ser parte de una tradición de mecanismos engranados iniciada por el legendario matemático.
Pero esta hipótesis conduce también a un nuevo misterio, porque el naufragio en el que se halló al mecanismo era de una nave romana, que no navegaba desde Sicilia sino que provenía del mediterráneo oriental en el 70-60 antes de nuestra era, y muy probablemente llevaba tesoros griegos saqueados de regreso a Roma.
“La ruta del barco es un enigma”, dijo Paul Cartledge, un profesor de historia griega en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. “Iba del este al oeste y Anticitera está muy al este de Siracusa.”
Cartledge agregó que no es imposible que el instrumento haya sido diseñado en el este —Rodas o Alejandría, por caso— para luego ser usado en Siracusa.
Sin embargo, el mecanismo parece haber tenido varias decenas de años cuando comenzó su último viaje. De manera que quizá fue construído en Siracusa para un propietario rico que se trasladó posteriormente al Mediterráneo oriental o fue transportado allí como un regalo o una oferta votiva, antes de ser saqueado por los romanos.