El llamado Experimento Filadelfia fue un proyecto ultrasecreto llevado a cabo por los Estados Unidos en 1943. En 1979 fue tema de un libro escrito por Charles Berlitz titulado “Sin rastro” y de muchos otros, así como de innumerables películas.
El propósito del Experimento Filadelfia consistía en hacer la materia del buque invisible al radar, manifiestamente con fines bélicos. El experimento falló porque el buque, en rigor, no se tornó invisible como se esperaba, sino que literalmente desapareció del plano físico 1 y su materia fue transmutada al plano siguiente, el nivel vibratorio 2 (donde moran los espíritus del Error).
Obviamente, en este plano 2, el buque no se reprodujo tal cual, porque en este nivel vibratorio no hay materia, sino que se representó o reflejó mediante luces. Se puede ejemplificar esta idea con la computación: si alguien quiere trasladar un dibujo realizado en Korel a un programa incompatible como lo es el Word, al abrirlo no aparecerá el dibujo en sí sino su representación mediante signos. Esto es lo que ocurrió con el buque, no su duplicación sino tan solo su representación. A pesar de algunas sospechas sobre la intervención extraterrestre, el Experimento Filadelfia fue realizado solamente por científicos estadounidenses y alemanes, estos últimos simpatizantes de Estados Unidos, ya que este país estaba en guerra con Alemania.
Los alemanes que colaboraron en el experimento de Filadelfia estaban horrorizados por las masacres del nazismo y veían en Estados Unidos el país con mayor posibilidad para detenerlas.
Charles Berlitz habla en su libro de un misterioso personaje llamado Allen, pero no era misterioso ni extraterrestre, como especularon algunos autores, sino meramente un colaborador del proyecto. El buque sobre el cual se experimentó desapareció del plano físico y se trasladó, en forma representativa, al plano siguiente, donde estuvo algunos instantes y luego regresó al plano físico, en un lugar distinto del que partió, situado a varias millas.
Esto es lo que ocurrió con el buque y los tripulantes. El buque, mal rearmado, atrapó a los tripulantes cortándolos en dos con el acero, pues quedaba, por ejemplo, de un lado de la pared la cabeza y parte del torso y del otro lado el resto, circunstancia que provocaba su desencarnación inmediata. Otros tripulantes murieron totalmente desfigurados por el gran calor que generó el cambio de plano.